Vestida de rojo mira el fuego.
Escribiendo diez versos de amor
vivió toda su vida sin rencor;
condenada se quedó sin el ruego.
La sangre de las almas es su juego,
de los muertos no respira su olor,
mas corazones come al son del tambor.
Déjala llorar para hablarle luego.
Si le dices la musa del diablo
cuida de ti y de tu pobre familia,
porque muertos están en el establo.
Tus pecados llegan a la vigilia,
sus versos un día serán vocablo,
mientras Dios en el cielo se exilia.
Mi buen Zapata y tu lucha campesina,
tú que te sublevaste en el año once
nos diste la guerra en armas de bronce,
tu muerte dejó una política mezquina.
Marcos, tú y tus rebeldes sin reina,
que con armas hicieron un esbronce
y cuando el Estado casi los vence,
dejaron en Chiapas su doctrina.
Y la lucha sigue, Zapata vive.
Desde México a Chile se clama,
aunque la situación desmotive.
La igualdad en el mundo llama,
en Latinoamérica Zapata revive
la revolución en la eterna flama.
Haikus
Viento del Norte,
Aves en miles de
árboles.
¿Fin del amor?
Marea es alta y
Luz de luna en la
playa.
Dulce licor.
Perro ladrando,
Noche fría y
serena.
Ser moribundo.
Caligrama
Oh
Chiapas, eres la imagen más profunda de México.
Con
más de una lengua expresas todas tus identidades.
Eres
tierra de mayas, tsotsiles, tseltales y choles.
Eres
una tierra de tradiciones y sabores;
refréscanos
el alma con un frío pozol,
y
vístenos con tus trajes tradicionales.
Tu
fe como Chamula y tu alegría de parachico.
Oh
Chiapas, eres el Estado más revolucionario.
Nunca
te apartes de mí.
Cuentos
De pata de perro
De
miércoles a sábado Don Juanico pone su puesto de tacos al lado del restaurante
más caro de la ciudad, por el precio de un platillo individual con “El Can”
–como le dicen a Don Juanico- come una familia de 10 personas. Pasando por su
puesto se huelen las tortillas calientitas y se escucha como la carne se asa.
Sin duda los clientes más fifís del restaurante de al lado rematan con El Can
ya que no han llenado con su cena.
Cada viernes voy con mi familia y disfrutamos mucho las
quesadillas de suadero, el Don ya sabe lo que pido, así que siempre me saluda
diciendo: “¿Cuatro de suaperro?”. Al principio quedé atónito con su broma, pero
ahora me da risa, lo mejor de la vida: buena comida y buen humor. Acabando de comer
le doy un extra de propina, ya saben, para que el Don siga comprando la carne
de la mejor calidad.
Hoy ya es viernes, y como de costumbre vamos todos a los
tacos del Can, pero en esta sentada no haremos sobremesa porque mi hermana me
llamó desesperada diciendo que su perro se perdió y sus hijos están
desconsolados.
En fin.
Don, deme los de siempre.
Una foto para mi funeral
Jack
odia tomarse fotos, y más si son fotos familiares o para salir en la sección de
Sociales del periódico dominical. Pero hoy es un día diferente, Jack
sintió el impulso de salir al estudio fotográfico más cercano y pagar por
cuatro fotos tamaño infantil. Una idea muy absurda si buscamos en el archivo de
su casa, puesto que su credencial de identificación, la licencia de conducir y
su pasaporte estaban actualizados.
Ya que estamos husmeando, su carpeta laboral también está
actualizada. ¿Entonces qué ha llevado a Jack a tomarse unas fotos? Buscó su
ropa más elegante para sus fotos, se cortó el pelo y hasta se pintó las canas
para disimular la edad; desayunó y salió a toda prisa al estudio fotográfico de
la calle 14.
Al llegar al estudio, pagó sus fotos y esperó su turno para
posar frente a la cámara. No había mucha gente, sólo una familia de los
suburbios más ricos de la ciudad; por su vestimenta dan la impresión que buscarán
aplicar para la visa de un país del Primer Mundo. Cuando hay niños siempre es
un mal presagio. Si su sesión de fotos iba a ser de cinco minutos, más otros diez
por la impresión, se demoró 45 minutos en salir de ahí ya que la familia no
obtenía el enfoque correcto.
Cansado por arreglarse y encandilado por las luces del
estudio, salió en camino a su trabajo; tenía completa certeza de que sus
compañeros estarían extrañados al verlo tan elegantemente vestido. Saliendo del
estudio de la calle 14, un auto pasa encima de Jack y lo arroja a tres metros
del cruce. Sus fotos salen volando y quedan entre la calle 14 y 18.
Quién diría que su última foto sería la de su funeral.
El último vals
Mi
hermoso San Petersburgo, con tus canales infinitos y tus inviernos mágicos; que
emoción que sea la temporada de fiestas en el Palacio de Invierno; qué amables
los Romanov al invitarnos al gran baile que han preparado en honor a la salud
del futuro gran zar Alexei. Los tiempos son buenos para nosotros los rusos, el
monje loco se ha ido y la guerra ha cesado; viene la paz y la prosperidad de la
mano de nuestra ortodoxa fe. Hemos llegado al palacio y hemos pasado las
puertas; me siento extasiada al ver la galería creada por Catalina la Grande. Ya
todo está listo para el baile, llevo mi gran vestido turquesa con un tocado de
joyas de Damasco. Me preparo a danzar y veo como todo el mundo se alegra con la
música del vals. Bailamos, comemos y reímos; champagne y caviar para la
aristocracia rusa. Hace más de diez años que bailé por última vez, nuestra
nieve se ha teñido de rojo y la música de vals ahora son marchas de guerra.
La manzana de la entelequia
Era
un día normal de verano para el señor llamado Isaac y de apellido Newton. Leía
de bajo de un árbol a uno de sus filósofos griegos favoritos. Maravillado por
la ciencia, se asombró ante los descubrimientos realizados con una tecnología
tan incipiente. Así como se alegraba de escuchar las artes europeas, también
lloraba de tristeza al recordar como los países más avanzados en la ciencia
fueron esos mismos que la persiguieron algunos siglos atrás. Newton sabía que
no podía seguir pensando así, la ciencia sigue vive y todos pueden contribuir
con más descubrimientos. Sin embargo, en el fondo de su corazón sabía que nunca
dejaría un legado tan importante como el de sus predecesores, lo poco que había
hecho en ciencia había sido comprobar teorías ya escritas; su tiempo en la
tierra era corto y cada segundo morían bastantes neuronas en su cerebro. Y
ahora más que una manzana le ha caído en la cabeza.
Tienes que reír y reír payasita
Payasita
vestida de rojo y azul, con tu traje de holanes blancos y zapatos de charol
negro. Payasita que usas peluca verde y sombrero de paja para ocultar tu
hermosa cabellera color dorado. Payasita que dejaste tu ciudad en busca del
sueño americano, pero al único sueño que llegaste fue al de miles de niños que
te ven en el circo dominical. Eres la payasita que todo el mundo admira por su
sentido del humor, pero tú más que nadie mi payasita, sabes que no eres feliz.
Payasita que empezó como limpiadora de excremento de
elefantes, hoy eres el acto estelar del circo que tanto odiaste. Payasita que
buscas un mejor futuro para aquel producto de tu vientre, es hora de ir por
otra alternativa si no quieres que acabe como tú. Payasita que pintas tu cara
de blanco y tus labios de rojo, sabes que todo tu maquillaje no cubre tus lágrimas.
¡Oh tú payasita de todos y de nadie! Ponte el perfume tan caro que recibiste,
que ya cierra el telón infantil y abre el mundo adulto.
Muy buenos escritos, me encantaron
ResponderEliminar