Jorge Andrés Gutiérrez


 POEMAS


ALEMANIA

En la historia fue un pueblo inimitable.

Conoció a un hombre. Sólo un hombre…

Y lo apoyó, permitiéndole convertirse en un gran líder.

Creyeron que los llevaría a la gloria y la inmortalidad…

 

Pero algo falló, el destino, esa fuerza invisible.

No podía permitir que este pueblo tuviera como guía

a alguien lleno de odio y rencor hacia la raza humana.


💙


FANTASÍA


Quiero como dicen muchos vivir en la realidad,

detener y revisar cada momento y cada instante

como lo hace una cámara fotográfica

al congelar por siempre cada imagen y monumento en el tiempo.

 

En verdad lo estoy tratando, con intenso esfuerzo.

Ayer, hoy, pero cada momento que detengo

hace que mi ser se sienta lastimado, dolido.

Creo que estoy enfermando, sí, enfermando…

 

¡Oh Señor!

¿Acaso cada instante de mi vida

necesita una embadurnada de fantasía?

Así como el pintor con cuyos pinceles

da un toque de color a su obra?

 

La vida, sin color, sin aroma, sin música

es como en un cuadro sin terminar, una planta sin flor,

sin esa fresca brisa que nos invita a contemplar

ese arcoíris que une al cielo con la tierra.

 

Por ello para enfermar debo incluir la fantasía

y envolver mi pasado, presente y futuro con ella…


CUENTOS

 


Equipaje para la eternidad

 

Es el año 2861, ya podemos viajar a las estrellas.

Nuestro mundo se ha convertido en una sola patria. Es de mañana, preparo mi equipaje. Llevo siempre conmigo esta pequeña maleta que guarda mis documentos. En pocas horas abordaré la nave que junto con otros pasajeros seremos llevados hacia ese lejano planeta que nos aguarda. Dormiremos 118 años….

La nostalgia está apoderándose de mí, quiero echarle una última mirada a este querido mundo. Fue aquí donde me convertiste en el ser más dichoso, pero también en el más desgraciado. Te fuiste en esa fría y nublada tarde de invierno en que las nerviosas y amarillentas llamas de esos grandes cirios iluminaban con dolor tu rostro tan hermoso, para siempre callado, para siempre dormido.

Te despedimos vestidos todos de blanco como blanca fue tu presencia en los cortos instantes que perduró nuestro idilio. Besé tu frente, que es la residencia de tu alma eterna. Besé tus ojos que iluminaban los senderos de mi vida que le daban sentido, y les daban sentido a todas las cosas de la naturaleza.

Besé tus labios fríos que con dulce fuego imprimieron tus palabras llenas de verdad y llenas de amor y que para siempre sellaron las promesas del cielo. Nunca pensé que podrías dejarme. Es tan grande el dolor que me embarga, que el tiempo se ha negado a ayudarme a encontrar consuelo.

Para mí, te lo digo, todavía vives; y en algún lugar de este vasto universo me estás esperando sosteniendo con fuerza el espacio abierto por ti en el tiempo.

Siento nostalgia por los momentos vividos contigo en aquellas doradas playas, soleadas en verano, sobrecogidos escuchando los poderosos rugidos del mar y envueltos en ese tibio viento que nos daba grandes esperanzas. Nostalgia. Contigo ante esas majestuosas montañas vestidas con sus eternas nieves, por ese intenso verdor de los interminables bosques, por el grito ensordecedor del nacimiento de una nueva vida.

¡Amada mía, por favor escucha los gritos de mi corazón y las preguntas de mi cuerpo!

¡Oh! Este horrendo frío, nuevamente se está apoderando de mí

Permíteme limpiar mis ojos nublados de lágrimas para ver tu partida física. Es tan grande y profunda la soledad que me embarga.

Quiero llevar mi pensamiento a esos valles dorados rodeados de frondosos árboles, a esos campos llenos de multicolores tonos, cuyas flores atrapan a esas embriagadas abejas y quiero escuchar ese silencioso vaivén de la oruga en su cama de seda. ¡Oh! ¡Amada mía! Te estoy escuchando; me dices que no estoy solo, que tú estás conmigo, que seguimos siendo uno con todo; uno con la oruga, con las montañas, con el mar, con las playas y que ahora somos tú y yo esta bendita y venturosa integración con las estrellas, las galaxias y el universo.

Es por eso que hoy emprendo este viaje.

Quizá finalmente mi deseo sea no despertar, ya que he comprendido ahora que no existe diferencia entre las profundidades de nuestro ser y las profundidades del espacio infinito.

Esta, mi maletita personal guarda celosamente tus benditas cenizas y juntos iremos hacia el tiempo y hacia la eternidad.


SÉ QUE TE GUSTAN LAS ROSAS


Martes 27 de abril de 1960.

El tren está por llegar. Estoy en la estación y tengo para ella este ramo de rosas. Sé que le gustan las rosas, me lo dijo al oído mientras soñaba con ella. Me conoce y sabe de mí. Llegará y la veré como en mis sueños.

Siento miedo, lo admito. La sangre se agolpa en mis sienes, estoy pálido. Siento el impulso de esconderme… ¿pero por qué? Si sólo es una mujer, no un espectro. “Me lo digo, me lo repito”. Pero es que nunca me he sentido así, ¿acaso a otro les sucede lo mismo? No lo sé.

Esos sueños han sido una revelación de eso estoy seguro.

Ella me mira, con sus hermosos y grandes ojos cafés y con gran dulzura me dice “por fin te encuentro, deseo tenerte, eres mi único cariño; por favor espérame en la estación…”

Su abundante pelo castaño está peinado con una gruesa trenza echada hacia adelante sobre su hermoso busto, y por su figura, poseedora de una suprema elegancia y sensualidad, mi débil corazón ha enloquecido despertándome, cortando de tajo tan tumultuoso y apasionado momento.

De semejante pasión no he podido formarme cabal juicio y al mismo tiempo ese enorme deleite casi ha llegado a aterrarse. ¿Serás acaso una bruja cuyo hechizo me tiene atrapado y que me hace sentir dueño del mundo para después darme cuenta que soy un simple hombre mortal, común y corriente?

He venido aquí a esperarte ya por tres ocasiones. Hoy ya no lo haré más… ¡lo he resuelto! Pero si hoy no llega, bueno, una vez más. Sólo por hoy…

El tren llega envuelto en la acostumbrada grande y ligera nube blanca y… ¿ella está apareciendo? ¡Es verdad, no me estoy engañando, es cómo si se tratase de un ángel! Su silueta se dibuja como una verdadera y divina aparición. Yo tiemblo, mis manos están frías, y aprieto este ya maltratado ramo. ¡Oh Dios, es ella! Este momento gozoso concuerda con las revelaciones de mis sueños y mis fantasías.

“Hola”, me dice tierna y dulce, me sonríe mostrándome su perfecta dentadura con cuyos diamantes serían la envidia de los luceros más brillantes del cielo. “Hola”, tímidamente contesto con una voz que parece no ser la mía, casi ahogada por tanta emoción.

Ella toma mis frías manos y las lleva a una de sus ardientes mejillas. ¡Mira con amor sus aún bonitas rosas y me dice “qué bonitas, gracias!” Lentamente y con plena seguridad y confianza se acerca y me da un dulce mordisco en la barbilla antes de posar sus labios sobre los míos. ¡Oh! Sentí el amor, su calor y ello hizo estallar inevitablemente mis sentimientos largamente guardados y ocultos en algún lugar ignorado.

Sólo bastó eso para que nos convirtiéramos en un solo ser formando parte en la inmensidad del cosmos.

Acaricié su hermoso rostro, vi la eternidad manifestada en sus ojos, toqué su pelo, pero… ¡Oh Dios! Su pelo está teñido de un hermoso y tenue color verde.

- ¿Te gusta? –me dice sonrojada y traviesa.

-Oh, sí claro que me gusta –contesto.

-Ahora eres mi amada esposa -le digo. Miro hacia atrás y el tiempo literalmente se ha detenido, como si se negase dejar pasar otros acontecimientos.

-Con tu llegada, amada mía, has iluminado como un sol lo hace en el mundo y en la naturaleza -eso le digo besando incansablemente su frente y sus ojos-. Este es un hermoso amanecer que, al mirarte, al ver tu cabeza con su hermoso pelo verde hace que tu blanca almohada brille aún más.

Un nuevo amanecer. Mis ojos te buscan, mis manos quieren tocarte, pero tú, tú no estás. Tú no estás a mi lado. Doy un salto, te busco y no te encuentro, aunque aún percibo tu delicioso aroma, ¿dónde te has ido? ¡Oh Dios mío! Te has ido como una noche cuando llega el día.

El reloj marca las 7 de la mañana, el calendario dice que es martes 27 de abril de 1960. ¡No, no es posible! ¡No!, digo aterrado; ayer cuando llegaste fue el mismo 27 de abril de 1960 ¿por qué aún percibo tu dulce perfume, pero no lo entiendo, no entiendo que me hayas abandonado como un suspiro que se va y no vuelve. Creo que voy a enloquecer. Siento arder en mis entrañas esa fuerza que tiene mi amor contenido…

 

Hoy es otro día, con mis zapatos empolvados y yo de pie, estoy frente a tu sepulcro. Este ya lo ha cubierto la maleza de muchos veranos; en este solitario cementerio que te da este albergue y que deja que el viento mueva las hojas de estos viejos robles que aún permanecen de pie, tus fieles guardianes de tu alma y de tu cuerpo.

Hoy, como todos los días, tu lápida recibe este ramo de rosas. Ya de tanto sufrir, de tantas sorpresas tenidas; hoy aún me sorprende de sobremanera cuando noto que la fecha de tu transición fue en 1860 ¡Estoy perturbado, estoy perturbado y mucho! Pero sé que te gustan las rosas. ¿Por qué has esperado casi un siglo para venir a mí?

Personas muy serias a las que he consultado me han dicho: “cuando un alma decide encontrarse con su alma gemela, es capaz de romper las barreras de la dimensión del tiempo y del espacio para poder unirse”.

Como esa primera vez, con tu ramo de rosas en mi mano, espero la llegada del tren, nervioso, emocionado, unido indisolublemente a ti…

Pero, siento decirte que gradualmente me abandona la memoria y los recuerdos. Pero te sigo esperando parado aquí en esta estación.

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