Juan Pablo Gómez



El bosque

En un pequeño bosque donde impera el misterio hay sombras por todos lados, pero no puedo interrumpir la exploración que me llena de intriga y aventura, todo se pone más intenso y solo deseo un beso, eres mi sueño y una maravilla; necesito una nave que me aleje del agua, hay parpadeos de luces, creo que estoy perdido, necesito un escondite. 

Coctel


Era el mafioso más poderoso de la ciudad, frecuentaba un bar que tenía música en vivo, pero esa vez sería diferente, un bello vestido rojo acompañaba a su reluciente traje blanco con tragos, juegos y negocios: sin saberlo, cayó en la seducción de la detective más hábil de la ciudad, iba por él.

Juntos se fueron a su casa, ella con cautela comienza la lucha, comienzan los disparos, la sangre y el drama.

Mi nombre


Hay un gran salón, copas y candelabros elegantes. El castillo más grande del país estaba de fiesta porque estaban en búsqueda de esposa para el príncipe. Llegan todas las mujeres del reino y sus alrededores, pasan a bailar con el príncipe y al final llega una chica que asombra no solo con su belleza, sino que con su manera de bailar, un poco distraída pero demasiado alegre; el príncipe la mira a los ojos y le dice: “¿Cómo te llamas?” A lo que ella responde: “Príncipe, mi nombre es Barbie”.


Para siempre


Un soldado solitario camina por las calles de una ciudad destruida, en su mano derecha lleva la foto de su esposa en vez de un arma, en la izquierda tiene un cigarro casi apagado. La lluvia comienza pero él no muestra señal de molestia; llega a donde estaba su cafetería preferida y recuerda cómo cada jueves iba a cenar un buen pan de elote con un café caliente; reacciona nuevamente, nada es igual, solo es constante el ritmo de la lluvia y su tristeza. Voltea a la cocina y descubre una soga en la que colgaban los pedidos, entonces se da cuenta de que hay algo más que dura para siempre.


Reflejo Rojo


La monótona jornada llegaba al monótono final, sube un mendigo cuya monótona vida era asaltar beber, le clava el vidrio de una botella rota, le quita el dinero y la monotonía.


Bailar

El virus lleva ya casi un año, las fronteras cerraron y todo el mundo enloqueció, antes me ahogaba en medio de la gente, tú eras mi única salida, bailando solo contigo en la oscuridad me imaginaba mi vida pasar, ahora que estoy en la soledad me consumen como fuego las paredes de mi habitación, no me agrada ver el sol, me estoy acostumbrando a ver otra vida pasar.

Ahora que estás lejos de mí, el futuro se me esconde. No hay sensaciones que me hagan sentir mejor, solo quiero bailar contigo en la oscuridad y volver a ver esa vida pasar.

El sol me da en la cara, el agua me cae en el cabello. ¿Ya es otoño? ¿Ya es verano? No, es invierno. El tiempo nos deja atrás. Y caminar, bailar, reír y jugar bajo el sol es lo único que quiero, quiero salir de este encierro. Mis emociones a veces caen como gotas desde el cielo.

Caminar y salir de esta prisión, ver a mi amor es mi único deseo. Ojalá que te encuentre cuando salga.

¡Sorpresa!


En la pared se leía “Sorpresa”.

Escrito con lo que parecía ser pintura fresca, era el inicio del misterio y no hay nadie más preparado que Pelota Azul, el mejor detective de la ciudad.

Pelota Azul despertó al sonar su despertador, era una mañana fría, pero nada que un café caliente no pudiese remediar. Al fijarse por la ventana se ve el mensaje de pintura que fue escrito durante la noche, Pelota Azul toma su libreta y dibuja de forma sencilla lo que puede ver por otra ventana, los rezagos de una ciudad paralizada por la pandemia que lleva ya 3 años desde su inicio.

Al terminar su café decide disfrutar de una novela que recién le había llegado la noche anterior. El detective inició su lectura cuando se dio cuenta de que era su fin.

Cuando la policía llegó al departamento, el libro estaba marcado en una página que al inicio decía:

En una mañana fría de mayo, la sorpresa había sido presentada, el café servido, la ciudad plasmada y la novela iniciada. Fue entonces cuando el asesino atacó.


                                                                            Goliat


Me he mudado a un nuevo barrio. La gente no es muy amigable y casi nadie convive con nadie.

Cuando la noche cae, mi vecino llama a su perro: “Goliat, Goliat”.

Cuando el día se levanta, mi vecino llama a su gato: “Goliat, Goliat”.

Cuando atardece mi vecino llama a su ave: “Goliat, Goliat”.

Yo no sabía si mi vecino no es muy inteligente, tiene muchas mascotas con el mismo nombre.

Tuve curiosidad y al asomarme por su inmensa barda, descubrí que mi vecino es anciano y casi ciego, pues solo tenía un perro, pero este estaba muerto.

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