Ana Lilia Vega


POEMAS

¡BIENVENIDA!

Llegaste en el verano de mi vida.

En el tiempo de invierno y tú la primavera en mi ser,

pues reverdeces mi vientre, fortaleces mi vida,

endureces mis raíces y veo el cielo otra vez.

 

Espero tu llegada… ¡pero vaya ironía!

Tú serás otoño reverdecido.

Tu padre y tu madre la representación de la muerte

Y tú, el fruto de la muerte: la vejez.

💜


Poema #2

El invierno llegó al jardín, pero el otoño está dentro de casa.

La manzana sobre la mesa es mi corazón

palpita y me dice

que el invierno está dentro de mí.

 

Me duele pensarme con nieve en el cabello

y caminos largos en mi piel;

pero la abuela siempre decía:

nadie era eterno y la inmortalidad un sueño.

 

Yo refutaría a la abuela, si estuviera aquí.

Y le hablaría sobre la teoría retórica de Calderón de la Barca;

donde la inmortalidad no es un sueño

sino la vida misma es un sueño.

Espero despertar de este sueño y al abrir mis ojos,

la primavera esté fuera de esta ventana

y el invierno por fin dentro de mí.


MICRORRELATOS


#|1

Lo vi llegar como siempre a aquella sala. Quise preguntar su nombre, pero no hizo falta. Ella lo llamaba Enrique.

A lo lejos, yo estaba con una copa en la mano, imaginando ser ella y le preguntaba a él sobre el amor.

Sus pupilas se clavaban como fuego en mi corazón y mi corazón al arder quería escaparse de mi como un pájaro de su jaula y yo… yo presa de Enrique no quería escapar jamás.



#2

Siempre quise regresar a Francia y ahora que estoy aquí no sé por dónde comenzar a buscarte. Quizá deba empezar por la música o el baile, o quizá, deba abrir tu libro favorito.

Llegando a la habitación me recuesto sobre la cama y ese libro sobre el buró que tanto odiaba pero que tanto amabas dice que debo abrirlo. Es Rene Descartes y su molesta frase “cogito ergo sum”; pienso, luego existo; sin querer grito: EUREKA, pues para encontrarte necesito pensar tu existencia.



#3

Después de ti no hubo nada. Al salir a la calle me encontré con una bolsa vacía que la empuja el aire. La fui siguiendo pues no encontraba flechas que me indicaran mi lugar…

¿A dónde voy? ¿A dónde regresar? Qué sé yo.

Me puse a sollozar, hasta llegar a “ese lugar”. Tomé asiento en la banqueta, como dueña del mundo, me sentí un vagabundo intelectual. La reina de los vagabundos.

Cuando sequé mis lágrimas, vi horrorizada un par de zapatos viejos, era una alegoría de mi vida, el espejo del mundo se acercaba a mí.

¿Recuerdas la bolsa? Ya no estaba vacía, rota, olvidada y machacada por la vida.

Me puse los zapatos viejos, al igual que la bolsa ya no estaba vacía, me encontré en los zapatos. Mi nueva identidad me daba la oportunidad de romperlos definitivamente para descalzarme ante lo verdadero y lo sagrado.

Y mira que pensaba que después de ti no existía nada, ahora estoy convencida que después de ti, existe el todo.


CUENTO


 EL DUELO EN EL CABELLO 

-Te contaré la historia de mi cabello ya que he visto que te ha gustado tanto.

- No es necesario, solo me gusta admirarla, admirar por admirar, como gustan decir los filósofos es gustar por un fin en sí mismo-, ¿te ha pasado alguna vez?

-Claro, no solo una vez, miles de veces en las que he admirado el admirar por admirar, pero eso solo funciona en las obras de arte, es decir, desde la mirada del espectador, desde la conexión en ese instante efímero de admirar por admirar. No te importa el saber por qué o la historia de ese acto porque sientes que lo entiendes, sin embargo, cuando el autor nos cuenta su visión se siente un crujir en el imaginario si esta versión es diferente y un placer estético si la visión es tu visión.

- ¿Entonces quieres romper mi visión sobre tus hilos negros de cabello?

-No para nada, nunca sería mi intención. Mi intención es que admires mis cabellos con razones, quizá injustificadas.

-Anda está bien, entonces acepto.

Bruno se recostó en el sillón de terciopelo verde, atento y no convencido para escuchar la historia de los cabellos de Mercedes. Mercedes tomo lugar en el sillón de enfrente, suspiró, tomó un sorbo de agua y tomando un poco de cabello entre sus manos, le dijo a Bruno: “ante las perdidas suelo mutilarme el cabello, tú me has visto como solía tener el cabello, a veces casi rapada. Las pérdidas son muchas y ante el duelo uno debe mostrar el dolor. También debes saber que me inspiro en el desgraciado de Job, que ante el duelo se rapa sus cabellos y unta ceniza en su cabeza sin velo para mostrar su dolor. Quizá por eso tenga esas costumbres y desde que lo leí, pensé que era una forma de decirle al mundo que la pena deja vacíos 

-Discúlpame, Mercedes. Pero no te estoy entendiendo. Me dices que el dolor te hace atentar contra tu cabellera, pero en esta ocasión tu cabellera es abundante, larga, negra y hermosa como la noche sin luna. Cuando te recuestas a los rayos del sol, es como un manto de seda que brilla y entonces yo no veo tu dolor.

-Eso es lo que quiero contarte. Caro que me duele el corazón y mucho. Mi pérdida fue grande y valiosa, pero no puedo mutilar la historia de esta cabellera, creció junto la vida que germinaba dentro de mí. Recuerda lo que dicen las abuelas que si cortas el cabello durante el embarazo el bebé puede salir mudo y yo seré una mujer de razón, pero la sabiduría de las abuelas más vale hacerles caso y no por miedo sino por ese misterio que guardan las historias. Yo no lo quise cortar y a medida que este bebé crecía en mi vientre mi cabellera crecía cada día más, me pareció lo mas sorprendente de la vida. Imaginaba cuando este bebé llegaría al mundo con sus nueves meses y yo con una hermosa y larga cabellera. No iba a necesitar rebozo, lo abrazaría con los hilos de mi cabello.

Bruno, interrumpió a Mercedes, mientras ella cerraba los ojos imaginando el abrazo con los cabellos al bebé. 

-Mercedes, no imaginaba lo que me dices, ahora entiendo la hermosura de tus cabellos. Tenías razón. Ahora veo la historia de él en ti como un manifiesto de que el sigue creciendo en ti y que nunca se fue. 

Mercedes, abrió los ojos con gotitas de dolor en sus ojos.

-Bruno, él crece en mis cabellos, pero es un hecho que ya no esta aquí. Al menos en este plano terrenal. Necesito mostrarte algo.

-Adelante, estoy aquí para saber los secretos de tu cabellera.

Mercedes levantó sus cabellos del lado izquierdo y le mostró a Bruno su rapada oculta.

No acostumbro a mostrarla a todos, pero quiero que sepas que me he rapado este lado por dos razones. El lado izquierdo representa nuestra feminidad y yo fui herida en mi feminidad al ver nacer muerto a mi bebé. Estoy incompleta, pero sigo siendo madre. De una forma tenía que mostrar mi duelo, es un estar con él, pero sin que esté. Y era necesario hacerlo, pues no se como llamarme, son esas paradojas que no entiendes. Soy madre sin hijo y el nació muerto, pero nació…

Mercedes tapó su rostro con las manos y se arrodilló en el suelo a llorar y preguntó a Bruno.

- ¿Verdad que nació?

 Bruno, contesta:

¿Verdad que naciooooooo?

- ¡Cálmate, Mercedes! Claro que nació, tú lo cargaste y yo lo vi, es sólo que no respiró y al no respirar tuvo que regresar hacia donde están los que no respiran, pero sienten y créeme que él siente tus cabellos. Tus cabellos lo atrapan y se mece en ellos esperando volver.

Bruno abrazó a Mercedes y le cantó “Barro tal vez” de Spinetta. Mercedes después de tanto llorar suspiró y quedó dormida, abrazada a Bruno y a la almohada de su historia formada con sus cabellos. 

1 comentario:

  1. Sin duda alguna la mejor expresión escrita y como siempre poniendo en alto a la juventud, eres una digna representante

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